Recupero esta columna de opinión, de Xavi Castillo en el diario El País el 24 de agosto de 2011.
Y después de que el Papa invitara a los jóvenes a practicar la mansedumbre, hablemos de aperitivos. Crecí en Alcoi, donde el capitán moro suele estirarse con los fieles. De allí viene su famosa frase Això ho pague jo. Aperitivo en Alcoi se llama picaeta, un momento sagrado. Al Bar Ideal de la plaza del Ayuntamiento íbamos a parar después de ensayar en La Cassola, el mítico grupo de teatro independiente de Alcoi. La picaeta era queso blanco, espardenyes, garibaldinos, abisinios, albóndigas de boquerón, ensaladilla, calamares... Y, cómo no, un colpet de café licor, aunque soy más de cervecita.
El trabajo, la vida y las imitaciones de Camps y Rita me han llevado a otros sitios. Así probé el figatell de Gandia, los langostinos de Vinaròs o el paté con mermelada de níspero de Callosa d'En Sarriá.
Pero hace poco descubrí por cuestiones familiares ¡La vaca! Estas líneas son un homenaje a Paco y Trini. De visita con la familia en Calp antes de comer me preguntaron: ¿Hacemos la vaca? Podría haber contestado que yo puedo hacer de Rita-Godzilla o de Aguilucho-Camps. Pero resulta que lo de la vaca es otra forma de llamar al aperitivo en Almadén.
No conocía sus espectaculares berenjenas en vinagre. Es como cuando en Ratatouille, Remy mezcla sabores en la boca y la flipa en colores, nunca mejor dicho. La morcilla de Almadén, el atún de Calp, los caracoles, el tomate del huerto de Paco y Trini, el queso Lorimchar... No soy un sibarita, no tengo una mierda de paladar, pero... ¡Viva la vaca!
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