Cubierta del libro dibujada por el
propio Cavanillas.
Cortesía de Antonio Martín García.
|
Interesante artículo sobre Luis Cavanillas, un almadenense ilustrado y polifacético de mediados del siglo XX.
Nacido en Almadén el 28 de mayo de 1910, Luis fue uno de los hijos de D. Estanislao Cavanillas, director del Real Hospital de Mineros. El doctor Cavanillas fue un médico muy querido por sus paisanos, los cuales le dedicaron una calle de la población que precisamente conduce a dicho hospital. A su fallecimiento, ocurrido en 1931, “… y en atención a los meritísimos servicios prestados por el médico Don Estanislao Cavanillas y a la delicada situación en que ha quedado su familia”, Luis fue nombrado auxiliar de la Sala de Delineación de Minas de Almadén. Mientras que sus hermanos estudiaban medicina y farmacia, Luis obtuvo el título de Técnico Topográfico Diplomado y no sería hasta varios años después cuando consiguió ampliar sus estudios.
No tengo la menor duda de que habré
coincidido con él en Almadén en los últimos años de su vida, falleció en 1975,
pero nunca llegué a tratarle personalmente, pues él se encontraba ya retirado
de sus múltiples tareas profesionales y yo estaba absorbido en el estudio de la
geología de la mina de azogue, a la que dediqué treinta años de mi vida. Fue
hace unos quince años, con motivo de mi prejubilación por el cierre de la mina
de Almadén, cuando empecé a encontrar numerosas referencias a Luis Cavanillas
Ávila, unas veces en el Archivo Histórico Nacional, otras en el Archivo
Histórico de Minas de Almadén, pero sobre todo en las hemerotecas digitales de
los periódicos Lanza y ABC.
Su
trabajo en Minas de Almadén
Cuando Luis Cavanillas llevaba tan
solo dos años trabajando como auxiliar de delineación, solicitó un permiso sin
sueldo, ilimitado y no superior a cinco meses por asuntos particulares. El
Consejo de Administración de Minas de Almadén accedió a la petición, pero
dejando claro que lo hacía “… por los
servicios prestados por su padre”. Por entonces Cavanillas estudiaba
Derecho en la Universidad de Granada, por lo que solicitó varias veces permiso por
exámenes, hasta que en 1935 su jefe empezó a denegárselos. Cavanillas se quejó
de esta actitud al Consejo, pero este se limitó en febrero de 1936 a llamar la
atención a ambos.
La guerra civil le sorprendió en
Almadén y, en consecuencia, en zona republicana. Los pocos datos de que disponemos
sobre Cavanillas en lo que se refiere al período 1936-1939 nos indican que
permaneció en su puesto de trabajo al menos hasta septiembre de 1937. Al
finalizar la contienda, Cavanillas no fue represaliado, a diferencia de muchos
compañeros suyos, y se reintegró a la oficina de planos, “… con el carácter de pronunciado, con mención honorífica por haber
sido encarcelado durante la dominación marxista”. En cualquier caso, todo
parece indicar que Cavanillas no jugó ningún papel significativo durante la
guerra, pues su expediente, que se conserva en el Centro Documental de la Memoria Histórica ,
solo consta de tres páginas.
Después de la guerra, sus relaciones con el
Consejo fueron a peor y en noviembre de 1939 se le suspendió de empleo y sueldo
por llevar cinco días sin asistir al trabajo sin justificación. El desencuentro
entre Cavanillas y el Consejo de Administración era cada vez más evidente. Comenzaban
por entonces los primeros pasos de Cavanillas como periodista, cuyo carnet
oficial le había otorgado la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda, ejerciendo
de corresponsal de la Agencia Logos en Almadén,
localidad que por entonces tenía mucha importancia, pues el mercurio era
considerado un metal estratégico al comienzo de la segunda guerra mundial y las
principales potencias mundiales involucradas en el conflicto adquirían grandes
cantidades del mismo.
El
23 de enero de 1940, el diario El Alcázar,
de Madrid, publicó una noticia en la que se decía que había ocurrido un
hundimiento importante en la mina, lo que comprometía la producción de
mercurio. Hechas las oportunas averiguaciones por D. Paulo Calvo, director de
la mina, Cavanillas resultó ser el causante de la misma y el Consejo le
instruyó expediente por noticias falsas y calumniosas. Además fue destituido
por la jefatura de la FET y las JONS como delegado en Almadén de Prensa y
Propaganda.
A los pocos días de cumplir la
suspensión de empleo y sueldo que le impuso el Consejo, se le concedió un nuevo
permiso para examinarse ¡en la Escuela de Aeronáutica! y en julio del mismo año
en la de Magisterio de Ciudad Real. Todavía se le otorgó otro permiso más en
septiembre de 1942 para obtener el título de instructor elemental del Frente de
Juventudes. Entretanto, Cavanillas reclamó un ascenso en el escalafón o que, al
menos, se le concediera un incremento salarial, pero el director de la mina se
negó a concederle ninguna prima de producción porque, a diferencia de sus
compañeros, no descendía nunca a las labores subterráneas. Además, resultó que
Cavanillas cobraba otras 5.000 pesetas anuales, pues había sido nombrado por el
Ministerio de Educación maestro en propiedad de la cercana aldea de Gargantiel.
En febrero de 1943, a petición del
director de la Escuela
de Hijos de Obreros, D. Escolástico González, Cavanillas fue nombrado profesor
de dibujo de la Escuela
de Artesanía con una gratificación anual de 1.750 pesetas, pero ocho meses
después fue cesado por inasistencia a las clases. Mientras tanto se había
creado el diario Lanza en Ciudad
Real, mayo de 1943, y Cavanillas fue uno de los periodistas fundadores. Cuando
pidió permiso para dedicarse de lleno al periódico, El Consejo solo le concedió
un mes, pero Cavanillas no se reintegró a su puesto de trabajo y fue suspendido
de sus haberes el 1 de octubre. Reincorporado por fin, se le concedió un nuevo
permiso de tres meses y esta vez sí se reintegró a tiempo en enero de 1944.
En febrero de dicho año solicitó su
reincorporación a la Escuela
de Artesanía y volvió a pedir un ascenso en la mina de auxiliar de delineación
a delineante, pero ambas solicitudes le fueron denegadas. La relación laboral
con Minas de Almadén se acercaba a su final, porque el 1 de noviembre de 1945
el Consejo recibió una denuncia contra él del director de la Escuela de Hijos de
Obreros. Según D. Escolástico, Cavanillas se le acercó a la salida de la misa
de 11 y le dijo: “Yo tengo con Vd. una
cuestión personal que hemos de resolver de hombre a hombre, dándonos unas
bofetadas; así que diga dónde y cuándo”. El Consejo le sometió a un
expediente disciplinario y acordó por unanimidad su separación definitiva del
servicio en diciembre de 1945.
En enero de 1946, Cavanillas solicitó
su jubilación anticipada, pues ya llevaba más de diez años de servicio en la
mina, y como no le fue otorgada, pidió su readmisión o indemnización, a lo que
el Consejo se negó. Interpuesta demanda por su parte y por increíble que
parezca, Cavanillas ganó el juicio por despido en la Magistratura de
Trabajo de Ciudad Real y solicitó su reincorporación. El Consejo de
Administración interpuso recurso de casación y aceptó entretanto pagarle la
totalidad del sueldo sin trabajar.
En noviembre de 1947 y aunque seguía
cobrando su sueldo íntegro en la mina, Cavanillas solicitó de nuevo un aumento
de sueldo, pues llevaba en la plantilla de la mina como auxiliar de delineación
desde 1931. En su escrito aludía a que era bachiller universitario y técnico
topógrafo diplomado. El Consejo se negó de pleno y le afeó su conducta, pues
Cavanillas tenía tres sueldos: el de la mina, a la que no tenía que ir y que
ascendía a 4.800 pesetas anuales; el de oficial del Juzgado Comarcal de
Chillón, 6.000 a
7.000 pesetas al año; y el de maestro de la Escuela Nacional de
Almadenejos. Además, Cavanillas era corresponsal del diario Lanza y de la Agencia Logos en Almadén, en resumen, un verdadero
caballero ilustrado y polifacético. Desde luego que en aquellos años el
pluriempleo era frecuente, pero sin duda Cavanillas batía todos los registros.
En febrero de 1948 volvió a insistir
ante el Consejo para conseguir un aumento de sueldo, que le fue de nuevo
denegado, y en marzo de dicho año el Tribunal Supremo anuló la sentencia de la Magistratura de
Trabajo de Ciudad Real y declaró el despido de 1945 como ajustado a derecho,
pues Cavanillas era un empleado público y, como tal, estaba excluido
taxativamente de la legislación laboral. Todavía en abril de 1949, Cavanillas
solicitó volver a su puesto de trabajo en la mina y como se le denegó, presentó
un recurso ante el Tribunal Contencioso Administrativo.
Luís
Cavanillas, periodista de Lanza
Unos días después de la fundación del
diario Lanza, empezaron a publicarse
las primeras noticias de Cavanillas sobre Almadén y su comarca. En un periódico
que por entonces era un órgano de comunicación del FET y de las JONS, todas las
noticias constituían una loa al poder establecido. Cavanillas describió en la
década de 1940 las visitas pastorales del obispo de Ciudad Real, las fiestas de
Exaltación al Trabajo del Primero de Mayo, los actos del 18 de julio y otros
civiles y religiosos de similares características. No obstante, Cavanillas
intentó con mucho empeño que Almadén tuviera los servicios que merecía su
población y publicó de vez en cuando crónicas en este sentido: “Almadén necesita jardines. La importancia de
su población así lo requiere”, octubre de 1943; “Las subsistencias, el ferrocarril y las nuevas tarifas”, enero de
1945; “La Cooperativa Popular Eléctrica no cobrará
el fluido a sus abonados por las irregularidades del pasado mes”, febrero
de 1945; “Ruego a la Jefatura de Obras
Públicas”, septiembre de 1945; etc.
Cavanillas insistió una y otra vez
sobre diversos asuntos que él consideraba prioritarios, como era el caso de las
malas comunicaciones que tenía la comarca de Almadén, tema que por cierto se
venía arrastrando desde siglos atrás y que todavía en la actualidad continúa
sin resolverse, ya que tanto el tren de alta velocidad como la autovía más
cercana distan un centenar de kilómetros de Almadén. Cavanillas escribía así
sobre el ferrocarril en enero de 1944: “Almadén
es el primer pueblo de España que está
reportando al Estado los mayores beneficios. Debería tener estación de
ferrocarril, pero no la tiene ¡Pero señores del mal el menos! ¿Es que el poner
la estación de Almadenejos en condiciones de comodidad es tan difícil? Yo creo
que no”. Sobre las carreteras decía en septiembre de 1945: “El servicio por carretera de automóviles de
viajeros entre Almadén y Ciudad Real ha sido concedido a cierta empresa que
todavía no lo ha puesto en marcha debido a no sé qué circunstancias… Tal
servicio es interesantísimo para la vida de estos pueblos, ya que la única
combinación viable como medio de transporte para viajeros entre Almadén y
nuestra capital es el tren correo Badajoz-Madrid”.
Veinte años después, cuando Cavanillas
había regresado de su periplo andaluz, del que luego hablaré, siguió
reivindicando mejoras para Almadén y los pueblos vecinos: “Se aboga por la no supresión del Juzgado de Primera Instancia e
Instrucción de Almadén”, diciembre de 1965; “Urge la realización de una carretera y reparación de otra para las buenas
comunicaciones entre Ciudad Real y Badajoz”, marzo de 1968; “Derribo que no debiera hacerse. Desaparecerá
la Real Cárcel
de Galeras y la Parroquia
de San Miguel en Almadén. Aún se está a tiempo para la torre campanario y la
iglesia de gran valor histórico artístico”, octubre de 1969. A este respecto,
Cavanillas escribió: “Cuando visitamos al
director general de Bellas Artes para informarle del valor artístico-histórico
de estas instituciones, ya había hecho gestiones para paralizar su derribo; el
que actualmente continúa a base de barrenos. Aún se está a tiempo para
conservar la torre-campanario, conjuntamente con su iglesia. El conjunto
histórico-artístico puede quedar convertido en la Casa de la Cultura que está
precisando Almadén. Aquí se podía
instalar el Museo de la
Minería Clásica ; trasladar el Archivo Histórico del pueblo y
minas; con biblioteca, sala de conferencias y exposiciones, etc. El edificio ha
sido cedido por el Estado al Ministerio de Educación y Ciencia, que en vez de
derribarlo debiera catalogarlo en el Índice del Patrimonio de Protección
Europea».
A pesar de los esfuerzos de Cavanillas
por evitar la demolición, las máquinas destruyeron en unos pocos días el mayor
edificio de Almadén, la Real Cárcel de Forzados y Esclavos, construida a
mediados del siglo XVIII por el ingeniero militar Silvestre Abarca. Hace unos
años, las ruinas de las celdas de castigo de la Real Cárcel fueron
desenterradas y restauradas, y la Universidad de Castilla- La Mancha levantó
sobre ellas el Centro de Interpretación de Forzados, el cual pasó a formar
parte de la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén, heredera de
la Academia de Minas más antigua de España y una de las más antiguas del mundo.
Entre tantas noticias serias, a
Cavanillas le gustaba comentar otras de tipo menor con su habitual gracejo.
Algunas de estas historias y anécdotas hacían alusión a ejemplos
extraordinarios de animales y plantas, casi siempre relacionados con su
descomunal tamaño; en otros casos se trataba de noticias variopintas
relacionadas con los percances ocurridos en las capeas, las estampas de caza de
lobos y jabalíes y, cómo no, los deportes, sobre todo el fútbol pero también el
boxeo.
Como gran aficionado a los toros que era,
Cavanillas no pudo resistir la tentación de saltar al ruedo en una tienta
celebrada en la finca Las Yuntas, propiedad de Don Ventura Márquez de Prado: “Yo pensaba hacer la reseña desde lo alto de
un palco fabricado con las típicas carretas que ruedan por estos caminos… pero
me pareció más andaluz presenciarla
desde el ruedo, sin hacer caso de ese viejo adagio de ‹‹los toros desde la barrera››… Los técnicos dicen que le pisé yo terreno al
toro, pero lo que sí notaba era que fue al revés: un pase, otro y la fiera no
se apartaba; por fin logré una postura vertical y, sin decirnos nada, tratamos
la fiera y yo de alcanzar la puerta de entrada… y yo oía palmas y sentía
aletear pañuelos dentro del ruedo; cuando volví al palco de las carretas, el
equipo quirúrgico y los tres doctores asistentes actuaron sobre mí. El parte
facultativo…”.
Al final de la crónica autobiográfica hay una
Nota de la Redacción
que dice: “Lamentamos extraordinariamente
el percance sufrido por nuestro compañero, Sr. Cavanillas, el que en su afán de
coleccionar profesiones, ha pretendido emular el arte de Cúchares y esto,
amigo, tiene bastantes cursos con papeletas malas. Pero en fin, ya don Luis
tiene una hazaña más para agregar a su historia. ¡Buena va a ser su biografía!
¡Cómo se reirán los pollos de cuatro patas y la coneja que alumbró 23 crías! ¡Y
no decimos nada de aquel viejo olivo que daba en una recolección más de 50
arrobas de aceite!”.
Cavanillas
en Villafranca de Córdoba
En 1952 comenzaron a disminuir las
noticias y artículos de Luis Cavanillas sobre Almadén y su comarca, y, en
cambio, se empezaron a publicar otras en el ABC
sobre Villafranca de Córdoba firmadas por el mismo Cavanillas. Escribe al
respecto Luis Segado, un paisano de dicho pueblo: “En la década de 1950
a 1960 aparecen con frecuencia en la prensa nacional
noticias de Villafranca que no se encuentran ni antes ni después de las fechas
indicadas. El protagonismo que adquiere nuestro pueblo por aquellos años se
debe sin duda a que durante dicho período cronológico vivió en la localidad Don
Luis Cavanillas Ávila, quien ocupó la plaza de secretario del juzgado
municipal. Este señor decía tener entre otras muchas carreras la de periodismo,
cuyo título le permitía ser corresponsal de varios periódicos entre los que se
encontraba ABC, a cuya redacción enviaba con asiduidad las noticias que unos
días después salían publicadas junto con otras de carácter nacional. Estas son
de diverso contenido y en ellas se aprecia la imaginación que según las
personas que le conocieron derrochaba este personaje…”.
En efecto, son noticias pintorescas,
parecidas a aquellas otras que Cavanillas venía publicando en el diario Lanza desde 1944. Veamos dos de ellas: “El intenso calor, general en toda España,
hizo que se cocieran solos los ladrillos de un tejar en nidos de palomares, ya
que los rayos solares se encargaron
de hacerlo”, 12 de julio de 1952. “Nevadas
en Málaga y otras ciudades de la Baja Andalucía y trenes bloqueados en el Norte;
en Córdoba se registraron roturas de cañerías de aguas y en Villafranca de
Córdoba el frío es tan intenso que un gallo que solía dormir sobre la rama de
una lima, amaneció cuajado de hielo como si estuviera envuelto en papel
celofán. Sin duda, el escape de una cañería de agua hizo que el líquido
pulverizado cayera sobre el animal y al congelarse el agua, lo dejó aprisionado
como en un fanal, produciéndole la muerte”, 3 de febrero de 1954.
Estas y otras noticias llamativas,
como la de un gato parlanchín o una oveja con dos cabezas, hicieron que en una
revista de humor de la época apareciera escrito: “No queremos saber nada de lo que pasa en Villafranca de Córdoba”.
Su
época de maestro en Chillón
A su vuelta de Córdoba, Cavanillas fue
nombrado maestro en la escuela nacional Nuestra Señora del Castillo de Chillón,
así que me dirigí a dicha escuela para consultar su archivo, lo que me fue
amablemente permitido por el actual equipo directivo. Cavanillas dirigía la
Mutualidad Escolar en noviembre de 1961, pero un espíritu inquieto como el suyo
no era el más apropiado para llevar a cabo la enseñanza de niños y niñas en un
colegio, así que pronto comenzó a acumular faltas de asistencia sin
justificación. El director de la escuela se quejó en diversas ocasiones a la
superioridad porque Cavanillas faltaba sin avisar, por lo que no daba tiempo a
buscarle un sustituto. El 13 de diciembre de 1969, la Comisión Provincial
de Educación suspendió a Cavanillas de empleo, suspensión que no le fue
levantada hasta el 17 de septiembre de 1970.
En noviembre de 1971 volvió a faltar
ocho días a clase y fue cesado definitivamente como maestro. Como no devolvía
la llave de la escuela, el director recurrió al alcalde de Chillón y este a su
vez a la Guardia Civil ,
la cual se limitó a informar que se negaba a devolverla. Un año después,
Cavanillas se presentó en la escuela sin avisar, solicitando plaza de maestro,
pero se le informó que no había vacantes y que debía dirigirse a la Delegación
Provincial. Esta falta de dedicación al magisterio la suplió Cavanillas con una
serie de actos y viajes culturales con sus alumnos, poco habituales en la
década de 1960 y principios de los 70.
Uno de ellos consistió en la
construcción en 1964 de un molino que Cavanillas denominó Briareo, gigante de
cien brazos y cincuenta cabezas de la mitología griega. Cavanillas aspiraba a
obtener uno de los premios de embellecimiento de los pueblos que se concedían
en el Día de la Provincia ,
cuyo importe dedicaría a la construcción de un parque deportivo para niños en
Chillón. Dos años después, unos desalmados cometieron un acto vandálico y
arrancaron las rejas y letras de hierro forjado que decoraban el pequeño molino
de viento: “Todos estos atributos y algunos
otros han aparecido arrancados del muro y retorcidos, quedando silenciado hasta
ahora el hecho… Dicho silencio puede ser deliberado por parte del alcalde de
Chillón, que a toda costa quiere hacer ver que en dicho pueblo no existen
gamberros”.
Aunque las actividades de Cavanillas
en este sentido ya habían empezado en 1962, fue en 1969 cuando creó dos grupos
de Misión Rescate, un programa educativo del Ministerio de Educación y Ciencia,
y Radio Nacional de España. Cavanillas fundó un aula que denominó Cervantes-Cavanillas,
dedicada a la investigación histórica de Chillón y alrededores. Incluso
Televisión Española realizó en noviembre de 1969 un reportaje de sus
actividades, pues “… los grupos 285 y 286
tienen localizado un yacimiento prehistórico en torno a la escuela, conocida
vulgarmente por la escuela del campo, dado su emplazamiento en la confluencia
de caminos de Castilla, Extremadura y Andalucía”.
En diciembre de 1970, los grupos de
investigación 285 y 286 fueron premiados por Radio Nacional y el Ministerio con
un viaje a Córdoba por la actividad que venían desarrollando desde 1967. Diez
alumnos acompañados de Cavanillas y un colaborador suyo realizaron una exhaustiva
visita cultural y turística “… a la
ciudad de los Califas y en su Museo Arqueológico (uno de los mejores de
Europa), donde Cavanillas hizo entrega de 24 tégulas romanas y fragmentos de
cacharros encontrados en Chillón y en el lugar de los Terreros, así como una
colección de material prehistórico compuesta de 30 piezas y una piedra en forma
de hacha con pinturas rupestres”.
Un año antes, en 1969, el hombre llegó
a la Luna y Cavanillas consideró que la situación era idónea para intercambiar
regalos con los astronautas, así que “… los
niños de la
Escuela Cervantes-Cavanillas han pedido a los conquistadores
un granito de arena de nuestro satélite para su museo de Ciencias Naturales. A
la vez, estos niños han remitido al embajador de los Estados Unidos en Madrid
unas tarjetas con las fotografías del monumento levantado al caballo Clavileño para
que sean entregados a los tres astronautas, los cuales fueron nombrados
caballeros de la Orden
de Clavileño”.
Como si de una maldición bíblica se
tratase, solo cuatro o cinco años después el monumento a Clavileño fue
derribado por unos desconocidos, los cuales “…
después de romper los hierros que sujetaban la figura a su columna, la
trasladaron a la sierra, donde la dejaron abandonada… Este grupo de gamberros
viene también repitiendo otros actos, tales como rociar de basura, cenizas,
piedras, etc. la zona de las escuelas, para contrarrestar así la campaña de
Mantenga limpia España… Ante la situación reinante, el juez de Instrucción ha
manifestado que tendría que proceder a sumariar a todos los hombres adultos de
la villa para descubrir a los culpables de tales hechos”.
Cavanillas
y El Quijote
Desde 1954, Cavanillas centró su
investigación histórica en la figura del Quijote, sobre el que escribió dos
libros y publicó varios artículos. Además dio numerosas conferencias sobre el
caballero andante en Almadén, Ciudad Real, Madrid, Córdoba, Cádiz, La Coruña , Santander e incluso
París. El primer artículo sobre el tema, publicado en el diario ABC el 11 de
marzo de 1956, causó sorpresa entre historiadores y literatos. Titulado Almadén: La Ínsula Barataria del Quijote,
mantenía la teoría de que Barataria y Balalita tenían un gran parecido
fonético, de modo que Cervantes aludía así a esta zona donde finalizan por su
parte occidental los valles de Alcudia y Los Pedroches; por otro lado, Cavanillas
también sostenía que cuando Sancho y su pollino Rucio cayeron a una sima, en
realidad lo hicieron en una de las labores mineras de Almadén. Tamañas
afirmaciones no podían pasar desapercibidas a los cervantistas y el 1 de mayo
de dicho año Cavanillas mantuvo una entrevista en Madrid con Luis Astrana
Marín, presidente de la
Sociedad Cervantina : “Ambas
personalidades en esta materia no estuvieron de acuerdo, ya que el Sr. Astrana
Marín persiste en que la Ínsula Barataria está en Zaragoza y el Sr. Cavanillas
Ávila en Almadén”.
En 1958, Cavanillas publicó su libro La medicina en el Quijote, pues la
historia del ingenioso hidalgo sigue todas las reglas del arte de la medicina
de la época. Mucho más controvertido fue su segundo libro, publicado en 1959 y
titulado Faciendo la Vía del Calatraveño, en el
que mantenía la teoría de que la ínsula Barataria era Almadén y de que el
camino que emprendieron Don Quijote y Sancho a Barcelona en realidad lo
hicieron a Sevilla, cruzando el puerto del Calatraveño, famoso paso usado ya en
la Edad Media.
Cavanillas no escribió ningún libro más, pero sí diversos artículos
relacionados con el tema del Quijote: La
presencia de América en El Quijote, año 1960; Dulcinea
en el Perú. El licenciado Don Fernando Montesinos y su cueva en El Quijote,
año 1961; Don Quijote y Sancho, los
primeros cosmonautas del mundo, año 1962; Gigantes
y paniaguados en el Quijote, año 1962; etc.
Aunque sea con brevedad, no podemos
dejar de citar algunos otros aspectos en los que Cavanillas volcó su inagotable
energía. En primer lugar hay que destacar la gran labor que en pro del turismo
de Almadén realizó a lo largo de muchos años. Ya en 1936, Cavanillas creía que
Almadén, por su mina y por su historia, debía ser visitado por cuanta más gente
mejor. Conocedor de que para ello era preciso mejorar las comunicaciones, abogó
incluso por la construcción de un aeropuerto. Como presidente del Centro de Iniciativa
y Turismo de Almadén asistió a diversos congresos de turismo y cuando ejerció
de maestro, llevó de excursión a sus alumnos a Córdoba, Jaén y otros lugares
para que conocieran mejor la historia de España. No es de extrañar por tanto
que recibiera en 1969 la medalla de oro al Mérito Turístico, así como el primer
premio nacional de Turismo Escolar.
A Cavanillas le habían otorgado
anteriormente otros dos premios en la década de 1950, ya que fue nombrado
cronista oficial de Almadén en 1954 y miembro de la Real Academia de
Córdoba en 1957. Estudioso de la etapa en que los banqueros alemanes Fugger o
Fúcares tuvieron relación con Almadén en los siglos XVI y XVII, propuso en uno
de sus viajes a la capital que la travesía de Fúcar pasara a llamarse calle
Almadén, a lo que el Ayuntamiento de Madrid accedió. De esta manera hay en
Madrid dos calles muy próximas: la de los Fúcares y la de Almadén.
Así contaba el médico Antonio Castillo
de Lucas el citado cambio de nombre de la calle: “Un día, al pasar haciendo mi visita médica domiciliaria por la
madrileña travesía de Fúcar, observé un gran revuelo de gente y en la esquina
de esa travesía con la calle de Fúcar vi dos maceros municipales con dalmáticas
de gala de rico terciopelo rojo con el escudo heráldico de Madrid bordado en
oro, que hacían guardia de honor bajo una placa tapada con la bandera española.
No tardó en llegar el señor alcalde y autoridades de la Villa , que, con el elegante
protocolo de la sencillez, tiró del cordón y descubrió el nuevo rótulo que
había de tener esta vieja travesía: CALLE DE ALMADÉN.
Confieso
que no escuché los discursos de rigor; me fijé sólo en la emoción que reflejaba
el rostro de un joven con gafas que, desapercibido y mezclado entre el público,
contemplaba la ceremonia. Este muchacho era Luis Cavanillas Ávila, autor de
este cambio de rotulación viaria.
Días
después, la coral de mineros de Almadén, dirigida por el maestro Cardeñosa, que
había venido a Madrid a un concurso, desfiló una noche por la recién bautizada
calle con los candiles de trabajo encendidos, cantando sus canciones de labor,
de fiesta y de plegaria a la
Virgen de la
Mina , reubicando así la satisfacción del pueblo por tener
Almadén una calle en la capital de España”.
En octubre de 1975, Luis Cavanillas se
sintió mal de salud y fue internado en una clínica madrileña, donde falleció el
17 de octubre, contando solo 65 años de edad. El sepelio se celebró el sábado
18 de octubre en Almadén. El periódico Lanza
le dedicó un obituario, del que extraemos algunos párrafos: “Luis Cavanillas Ávila, el hombre de las
variadas profesiones a las que dedicó su actividad, era por encima de todo un
gran periodista… Cavanillas supo anticiparse hace años al que ahora se llama
periodismo agresivo… Descanse en paz el querido compañero y buen amigo, gran
defensor de las cosas de su Mancha y de su Almadén natal…”.
Quiero terminar este breve relato
sobre Cavanillas con una cita del artículo que le dedicó Mario Sánchez Hidalgo
a finales de agosto de 2001: “Luis
Cavanillas era, aparte de otras cosas, un estupendo escritor… Almadén y su
comarca (y por lo tanto el valle de Alcudia) eran para él el inicio de las aventuras
de Don Quijote; vamos, algo así como su versión de En un lugar de La Mancha … y como escribía tan
bien, a los iniciados en la lectura de los periódicos nos hacía pensar y dudar
(¿llevará razón este tío?)… De todas formas, lo que yo quería resaltar ahora es
que elogio la fantasía, buenas maneras y mejor pluma de este hombre, quien
dedicó sus escritos a dos cosas muy bonitas: a Don Quijote y a ensalzar a
Almadén cuando todavía era orgullo nacional…”.
©Ángel
Hernández Sobrino
0 comentarios:
Publicar un comentario