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martes, 8 de mayo de 2018

LUIS CAVANILLAS ÁVILA, UN ALMADENENSE ILUSTRADO Y POLIFACÉTICO, COFUNDADOR DEL DIARIO LANZA

Cubierta del libro dibujada por el propio Cavanillas.
Cortesía de Antonio Martín García.

Interesante artículo sobre Luis Cavanillas, un almadenense ilustrado y polifacético de mediados del siglo XX.

Nacido en Almadén el 28 de mayo de 1910, Luis fue uno de los hijos de D. Estanislao Cavanillas, director del Real Hospital de Mineros. El doctor Cavanillas fue un médico muy querido por sus paisanos, los cuales le dedicaron una calle de la población que precisamente conduce a dicho hospital. A su fallecimiento, ocurrido en 1931, “… y en atención a los meritísimos servicios prestados por el médico Don Estanislao Cavanillas y a la delicada situación en que ha quedado su familia”, Luis fue nombrado auxiliar de la Sala de Delineación de Minas de Almadén. Mientras que sus hermanos estudiaban medicina y farmacia, Luis obtuvo el título de Técnico Topográfico Diplomado y no sería hasta varios años después cuando consiguió ampliar sus estudios.

No tengo la menor duda de que habré coincidido con él en Almadén en los últimos años de su vida, falleció en 1975, pero nunca llegué a tratarle personalmente, pues él se encontraba ya retirado de sus múltiples tareas profesionales y yo estaba absorbido en el estudio de la geología de la mina de azogue, a la que dediqué treinta años de mi vida. Fue hace unos quince años, con motivo de mi prejubilación por el cierre de la mina de Almadén, cuando empecé a encontrar numerosas referencias a Luis Cavanillas Ávila, unas veces en el Archivo Histórico Nacional, otras en el Archivo Histórico de Minas de Almadén, pero sobre todo en las hemerotecas digitales de los periódicos Lanza y ABC.

Su trabajo en Minas de Almadén
Cuando Luis Cavanillas llevaba tan solo dos años trabajando como auxiliar de delineación, solicitó un permiso sin sueldo, ilimitado y no superior a cinco meses por asuntos particulares. El Consejo de Administración de Minas de Almadén accedió a la petición, pero dejando claro que lo hacía “… por los servicios prestados por su padre”. Por entonces Cavanillas estudiaba Derecho en la Universidad de Granada, por lo que solicitó varias veces permiso por exámenes, hasta que en 1935 su jefe empezó a denegárselos. Cavanillas se quejó de esta actitud al Consejo, pero este se limitó en febrero de 1936 a llamar la atención a ambos.

La guerra civil le sorprendió en Almadén y, en consecuencia, en zona republicana. Los pocos datos de que disponemos sobre Cavanillas en lo que se refiere al período 1936-1939 nos indican que permaneció en su puesto de trabajo al menos hasta septiembre de 1937. Al finalizar la contienda, Cavanillas no fue represaliado, a diferencia de muchos compañeros suyos, y se reintegró a la oficina de planos, “… con el carácter de pronunciado, con mención honorífica por haber sido encarcelado durante la dominación marxista”. En cualquier caso, todo parece indicar que Cavanillas no jugó ningún papel significativo durante la guerra, pues su expediente, que se conserva en el Centro Documental de la Memoria Histórica, solo consta de tres páginas.   

 Después de la guerra, sus relaciones con el Consejo fueron a peor y en noviembre de 1939 se le suspendió de empleo y sueldo por llevar cinco días sin asistir al trabajo sin justificación. El desencuentro entre Cavanillas y el Consejo de Administración era cada vez más evidente. Comenzaban por entonces los primeros pasos de Cavanillas como periodista, cuyo carnet oficial le había otorgado la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda, ejerciendo de corresponsal de la Agencia Logos en Almadén, localidad que por entonces tenía mucha importancia, pues el mercurio era considerado un metal estratégico al comienzo de la segunda guerra mundial y las principales potencias mundiales involucradas en el conflicto adquirían grandes cantidades del mismo.

 El 23 de enero de 1940, el diario El Alcázar, de Madrid, publicó una noticia en la que se decía que había ocurrido un hundimiento importante en la mina, lo que comprometía la producción de mercurio. Hechas las oportunas averiguaciones por D. Paulo Calvo, director de la mina, Cavanillas resultó ser el causante de la misma y el Consejo le instruyó expediente por noticias falsas y calumniosas. Además fue destituido por la jefatura de la FET y las JONS como delegado en Almadén de Prensa y Propaganda.

A los pocos días de cumplir la suspensión de empleo y sueldo que le impuso el Consejo, se le concedió un nuevo permiso para examinarse ¡en la Escuela de Aeronáutica! y en julio del mismo año en la de Magisterio de Ciudad Real. Todavía se le otorgó otro permiso más en septiembre de 1942 para obtener el título de instructor elemental del Frente de Juventudes. Entretanto, Cavanillas reclamó un ascenso en el escalafón o que, al menos, se le concediera un incremento salarial, pero el director de la mina se negó a concederle ninguna prima de producción porque, a diferencia de sus compañeros, no descendía nunca a las labores subterráneas. Además, resultó que Cavanillas cobraba otras 5.000 pesetas anuales, pues había sido nombrado por el Ministerio de Educación maestro en propiedad de la cercana aldea de Gargantiel.

En febrero de 1943, a petición del director de la Escuela de Hijos de Obreros, D. Escolástico González, Cavanillas fue nombrado profesor de dibujo de la Escuela de Artesanía con una gratificación anual de 1.750 pesetas, pero ocho meses después fue cesado por inasistencia a las clases. Mientras tanto se había creado el diario Lanza en Ciudad Real, mayo de 1943, y Cavanillas fue uno de los periodistas fundadores. Cuando pidió permiso para dedicarse de lleno al periódico, El Consejo solo le concedió un mes, pero Cavanillas no se reintegró a su puesto de trabajo y fue suspendido de sus haberes el 1 de octubre. Reincorporado por fin, se le concedió un nuevo permiso de tres meses y esta vez sí se reintegró a tiempo en enero de 1944.

En febrero de dicho año solicitó su reincorporación a la Escuela de Artesanía y volvió a pedir un ascenso en la mina de auxiliar de delineación a delineante, pero ambas solicitudes le fueron denegadas. La relación laboral con Minas de Almadén se acercaba a su final, porque el 1 de noviembre de 1945 el Consejo recibió una denuncia contra él del director de la Escuela de Hijos de Obreros. Según D. Escolástico, Cavanillas se le acercó a la salida de la misa de 11 y le dijo: “Yo tengo con Vd. una cuestión personal que hemos de resolver de hombre a hombre, dándonos unas bofetadas; así que diga dónde y cuándo”. El Consejo le sometió a un expediente disciplinario y acordó por unanimidad su separación definitiva del servicio en diciembre de 1945.

En enero de 1946, Cavanillas solicitó su jubilación anticipada, pues ya llevaba más de diez años de servicio en la mina, y como no le fue otorgada, pidió su readmisión o indemnización, a lo que el Consejo se negó. Interpuesta demanda por su parte y por increíble que parezca, Cavanillas ganó el juicio por despido en la Magistratura de Trabajo de Ciudad Real y solicitó su reincorporación. El Consejo de Administración interpuso recurso de casación y aceptó entretanto pagarle la totalidad del sueldo sin trabajar.

En noviembre de 1947 y aunque seguía cobrando su sueldo íntegro en la mina, Cavanillas solicitó de nuevo un aumento de sueldo, pues llevaba en la plantilla de la mina como auxiliar de delineación desde 1931. En su escrito aludía a que era bachiller universitario y técnico topógrafo diplomado. El Consejo se negó de pleno y le afeó su conducta, pues Cavanillas tenía tres sueldos: el de la mina, a la que no tenía que ir y que ascendía a 4.800 pesetas anuales; el de oficial del Juzgado Comarcal de Chillón, 6.000 a 7.000 pesetas al año; y el de maestro de la Escuela Nacional de Almadenejos. Además, Cavanillas era corresponsal del diario Lanza y de la Agencia Logos en Almadén, en resumen, un verdadero caballero ilustrado y polifacético. Desde luego que en aquellos años el pluriempleo era frecuente, pero sin duda Cavanillas batía todos los registros.

En febrero de 1948 volvió a insistir ante el Consejo para conseguir un aumento de sueldo, que le fue de nuevo denegado, y en marzo de dicho año el Tribunal Supremo anuló la sentencia de la Magistratura de Trabajo de Ciudad Real y declaró el despido de 1945 como ajustado a derecho, pues Cavanillas era un empleado público y, como tal, estaba excluido taxativamente de la legislación laboral. Todavía en abril de 1949, Cavanillas solicitó volver a su puesto de trabajo en la mina y como se le denegó, presentó un recurso ante el Tribunal Contencioso Administrativo.

Luís Cavanillas, periodista de Lanza
Unos días después de la fundación del diario Lanza, empezaron a publicarse las primeras noticias de Cavanillas sobre Almadén y su comarca. En un periódico que por entonces era un órgano de comunicación del FET y de las JONS, todas las noticias constituían una loa al poder establecido. Cavanillas describió en la década de 1940 las visitas pastorales del obispo de Ciudad Real, las fiestas de Exaltación al Trabajo del Primero de Mayo, los actos del 18 de julio y otros civiles y religiosos de similares características. No obstante, Cavanillas intentó con mucho empeño que Almadén tuviera los servicios que merecía su población y publicó de vez en cuando crónicas en este sentido: “Almadén necesita jardines. La importancia de su población así lo requiere”, octubre de 1943; “Las subsistencias, el ferrocarril y las nuevas tarifas”, enero de 1945;  “La Cooperativa Popular Eléctrica no cobrará el fluido a sus abonados por las irregularidades del pasado mes”, febrero de 1945; “Ruego a la Jefatura de Obras Públicas”, septiembre de 1945; etc.                

Cavanillas insistió una y otra vez sobre diversos asuntos que él consideraba prioritarios, como era el caso de las malas comunicaciones que tenía la comarca de Almadén, tema que por cierto se venía arrastrando desde siglos atrás y que todavía en la actualidad continúa sin resolverse, ya que tanto el tren de alta velocidad como la autovía más cercana distan un centenar de kilómetros de Almadén. Cavanillas escribía así sobre el ferrocarril en enero de 1944: “Almadén es el primer pueblo de  España que está reportando al Estado los mayores beneficios. Debería tener estación de ferrocarril, pero no la tiene ¡Pero señores del mal el menos! ¿Es que el poner la estación de Almadenejos en condiciones de comodidad es tan difícil? Yo creo que no”. Sobre las carreteras decía en septiembre de 1945: “El servicio por carretera de automóviles de viajeros entre Almadén y Ciudad Real ha sido concedido a cierta empresa que todavía no lo ha puesto en marcha debido a no sé qué circunstancias… Tal servicio es interesantísimo para la vida de estos pueblos, ya que la única combinación viable como medio de transporte para viajeros entre Almadén y nuestra capital es el tren correo Badajoz-Madrid”.

Veinte años después, cuando Cavanillas había regresado de su periplo andaluz, del que luego hablaré, siguió reivindicando mejoras para Almadén y los pueblos vecinos: “Se aboga por la no supresión del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Almadén”, diciembre de 1965; “Urge la realización de una carretera y reparación de otra para las buenas comunicaciones entre Ciudad Real y Badajoz”, marzo de 1968; “Derribo que no debiera hacerse. Desaparecerá la Real Cárcel de Galeras y la Parroquia de San Miguel en Almadén. Aún se está a tiempo para la torre campanario y la iglesia de gran valor histórico artístico”, octubre de 1969. A este respecto, Cavanillas escribió: “Cuando visitamos al director general de Bellas Artes para informarle del valor artístico-histórico de estas instituciones, ya había hecho gestiones para paralizar su derribo; el que actualmente continúa a base de barrenos. Aún se está a tiempo para conservar la torre-campanario, conjuntamente con su iglesia. El conjunto histórico-artístico puede quedar convertido en la Casa de la Cultura que está precisando Almadén. Aquí se podía instalar el Museo de la Minería Clásica; trasladar el Archivo Histórico del pueblo y minas; con biblioteca, sala de conferencias y exposiciones, etc. El edificio ha sido cedido por el Estado al Ministerio de Educación y Ciencia, que en vez de derribarlo debiera catalogarlo en el Índice del Patrimonio de Protección Europea».

A pesar de los esfuerzos de Cavanillas por evitar la demolición, las máquinas destruyeron en unos pocos días el mayor edificio de Almadén, la Real Cárcel de Forzados y Esclavos, construida a mediados del siglo XVIII por el ingeniero militar Silvestre Abarca. Hace unos años, las ruinas de las celdas de castigo de la Real Cárcel fueron desenterradas y restauradas, y la Universidad de Castilla- La Mancha levantó sobre ellas el Centro de Interpretación de Forzados, el cual pasó a formar parte de la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén, heredera de la Academia de Minas más antigua de España y una de las más antiguas del mundo.

Entre tantas noticias serias, a Cavanillas le gustaba comentar otras de tipo menor con su habitual gracejo. Algunas de estas historias y anécdotas hacían alusión a ejemplos extraordinarios de animales y plantas, casi siempre relacionados con su descomunal tamaño; en otros casos se trataba de noticias variopintas relacionadas con los percances ocurridos en las capeas, las estampas de caza de lobos y jabalíes y, cómo no, los deportes, sobre todo el fútbol pero también el boxeo.

 Como gran aficionado a los toros que era, Cavanillas no pudo resistir la tentación de saltar al ruedo en una tienta celebrada en la finca Las Yuntas, propiedad de Don Ventura Márquez de Prado: “Yo pensaba hacer la reseña desde lo alto de un palco fabricado con las típicas carretas que ruedan por estos caminos… pero me pareció más andaluz presenciarla desde el ruedo, sin hacer caso de ese viejo adagio de ‹‹los toros desde la barrera››… Los técnicos dicen que le pisé yo terreno al toro, pero lo que sí notaba era que fue al revés: un pase, otro y la fiera no se apartaba; por fin logré una postura vertical y, sin decirnos nada, tratamos la fiera y yo de alcanzar la puerta de entrada… y yo oía palmas y sentía aletear pañuelos dentro del ruedo; cuando volví al palco de las carretas, el equipo quirúrgico y los tres doctores asistentes actuaron sobre mí. El parte facultativo…”.

 Al final de la crónica autobiográfica hay una Nota de la Redacción que dice: “Lamentamos extraordinariamente el percance sufrido por nuestro compañero, Sr. Cavanillas, el que en su afán de coleccionar profesiones, ha pretendido emular el arte de Cúchares y esto, amigo, tiene bastantes cursos con papeletas malas. Pero en fin, ya don Luis tiene una hazaña más para agregar a su historia. ¡Buena va a ser su biografía! ¡Cómo se reirán los pollos de cuatro patas y la coneja que alumbró 23 crías! ¡Y no decimos nada de aquel viejo olivo que daba en una recolección más de 50 arrobas de aceite!”.

Cavanillas en Villafranca de Córdoba
En 1952 comenzaron a disminuir las noticias y artículos de Luis Cavanillas sobre Almadén y su comarca, y, en cambio, se empezaron a publicar otras en el ABC sobre Villafranca de Córdoba firmadas por el mismo Cavanillas. Escribe al respecto Luis Segado, un paisano de dicho pueblo: “En la década de 1950 a 1960 aparecen con frecuencia en la prensa nacional noticias de Villafranca que no se encuentran ni antes ni después de las fechas indicadas. El protagonismo que adquiere nuestro pueblo por aquellos años se debe sin duda a que durante dicho período cronológico vivió en la localidad Don Luis Cavanillas Ávila, quien ocupó la plaza de secretario del juzgado municipal. Este señor decía tener entre otras muchas carreras la de periodismo, cuyo título le permitía ser corresponsal de varios periódicos entre los que se encontraba ABC, a cuya redacción enviaba con asiduidad las noticias que unos días después salían publicadas junto con otras de carácter nacional. Estas son de diverso contenido y en ellas se aprecia la imaginación que según las personas que le conocieron derrochaba este personaje…”.

En efecto, son noticias pintorescas, parecidas a aquellas otras que Cavanillas venía publicando en el diario Lanza desde 1944. Veamos dos de ellas: “El intenso calor, general en toda España, hizo que se cocieran solos los ladrillos de un tejar en nidos de palomares, ya que los rayos solares se encargaron de hacerlo”, 12 de julio de 1952. “Nevadas en Málaga y otras ciudades de la Baja Andalucía y trenes bloqueados en el Norte; en Córdoba se registraron roturas de cañerías de aguas y en Villafranca de Córdoba el frío es tan intenso que un gallo que solía dormir sobre la rama de una lima, amaneció cuajado de hielo como si estuviera envuelto en papel celofán. Sin duda, el escape de una cañería de agua hizo que el líquido pulverizado cayera sobre el animal y al congelarse el agua, lo dejó aprisionado como en un fanal, produciéndole la muerte”, 3 de febrero de 1954.

Estas y otras noticias llamativas, como la de un gato parlanchín o una oveja con dos cabezas, hicieron que en una revista de humor de la época apareciera escrito: “No queremos saber nada de lo que pasa en Villafranca de Córdoba”.

Su época de maestro en Chillón
A su vuelta de Córdoba, Cavanillas fue nombrado maestro en la escuela nacional Nuestra Señora del Castillo de Chillón, así que me dirigí a dicha escuela para consultar su archivo, lo que me fue amablemente permitido por el actual equipo directivo. Cavanillas dirigía la Mutualidad Escolar en noviembre de 1961, pero un espíritu inquieto como el suyo no era el más apropiado para llevar a cabo la enseñanza de niños y niñas en un colegio, así que pronto comenzó a acumular faltas de asistencia sin justificación. El director de la escuela se quejó en diversas ocasiones a la superioridad porque Cavanillas faltaba sin avisar, por lo que no daba tiempo a buscarle un sustituto. El 13 de diciembre de 1969, la Comisión Provincial de Educación suspendió a Cavanillas de empleo, suspensión que no le fue levantada hasta el 17 de septiembre de 1970.

En noviembre de 1971 volvió a faltar ocho días a clase y fue cesado definitivamente como maestro. Como no devolvía la llave de la escuela, el director recurrió al alcalde de Chillón y este a su vez a la Guardia Civil, la cual se limitó a informar que se negaba a devolverla. Un año después, Cavanillas se presentó en la escuela sin avisar, solicitando plaza de maestro, pero se le informó que no había vacantes y que debía dirigirse a la Delegación Provincial. Esta falta de dedicación al magisterio la suplió Cavanillas con una serie de actos y viajes culturales con sus alumnos, poco habituales en la década de 1960 y principios de los 70.

Uno de ellos consistió en la construcción en 1964 de un molino que Cavanillas denominó Briareo, gigante de cien brazos y cincuenta cabezas de la mitología griega. Cavanillas aspiraba a obtener uno de los premios de embellecimiento de los pueblos que se concedían en el Día de la Provincia, cuyo importe dedicaría a la construcción de un parque deportivo para niños en Chillón. Dos años después, unos desalmados cometieron un acto vandálico y arrancaron las rejas y letras de hierro forjado que decoraban el pequeño molino de viento: “Todos estos atributos y algunos otros han aparecido arrancados del muro y retorcidos, quedando silenciado hasta ahora el hecho… Dicho silencio puede ser deliberado por parte del alcalde de Chillón, que a toda costa quiere hacer ver que en dicho pueblo no existen gamberros”.

Aunque las actividades de Cavanillas en este sentido ya habían empezado en 1962, fue en 1969 cuando creó dos grupos de Misión Rescate, un programa educativo del Ministerio de Educación y Ciencia, y Radio Nacional de España. Cavanillas fundó un aula que denominó Cervantes-Cavanillas, dedicada a la investigación histórica de Chillón y alrededores. Incluso Televisión Española realizó en noviembre de 1969 un reportaje de sus actividades, pues “… los grupos 285 y 286 tienen localizado un yacimiento prehistórico en torno a la escuela, conocida vulgarmente por la escuela del campo, dado su emplazamiento en la confluencia de caminos de Castilla, Extremadura y Andalucía”.

En diciembre de 1970, los grupos de investigación 285 y 286 fueron premiados por Radio Nacional y el Ministerio con un viaje a Córdoba por la actividad que venían desarrollando desde 1967. Diez alumnos acompañados de Cavanillas y un colaborador suyo realizaron una exhaustiva visita cultural y turística “… a la ciudad de los Califas y en su Museo Arqueológico (uno de los mejores de Europa), donde Cavanillas hizo entrega de 24 tégulas romanas y fragmentos de cacharros encontrados en Chillón y en el lugar de los Terreros, así como una colección de material prehistórico compuesta de 30 piezas y una piedra en forma de hacha con pinturas rupestres”.

Un año antes, en 1969, el hombre llegó a la Luna y Cavanillas consideró que la situación era idónea para intercambiar regalos con los astronautas, así que “… los niños de la Escuela Cervantes-Cavanillas han pedido a los conquistadores un granito de arena de nuestro satélite para su museo de Ciencias Naturales. A la vez, estos niños han remitido al embajador de los Estados Unidos en Madrid unas tarjetas con las fotografías del monumento levantado al caballo Clavileño para que sean entregados a los tres astronautas, los cuales fueron nombrados caballeros de la Orden de Clavileño”.

Como si de una maldición bíblica se tratase, solo cuatro o cinco años después el monumento a Clavileño fue derribado por unos desconocidos, los cuales “… después de romper los hierros que sujetaban la figura a su columna, la trasladaron a la sierra, donde la dejaron abandonada… Este grupo de gamberros viene también repitiendo otros actos, tales como rociar de basura, cenizas, piedras, etc. la zona de las escuelas, para contrarrestar así la campaña de Mantenga limpia España… Ante la situación reinante, el juez de Instrucción ha manifestado que tendría que proceder a sumariar a todos los hombres adultos de la villa para descubrir a los culpables de tales hechos”.

Cavanillas y El Quijote
Desde 1954, Cavanillas centró su investigación histórica en la figura del Quijote, sobre el que escribió dos libros y publicó varios artículos. Además dio numerosas conferencias sobre el caballero andante en Almadén, Ciudad Real, Madrid, Córdoba, Cádiz, La Coruña, Santander e incluso París. El primer artículo sobre el tema, publicado en el diario ABC el 11 de marzo de 1956, causó sorpresa entre historiadores y literatos. Titulado Almadén: La Ínsula Barataria del Quijote, mantenía la teoría de que Barataria y Balalita tenían un gran parecido fonético, de modo que Cervantes aludía así a esta zona donde finalizan por su parte occidental los valles de Alcudia y Los Pedroches; por otro lado, Cavanillas también sostenía que cuando Sancho y su pollino Rucio cayeron a una sima, en realidad lo hicieron en una de las labores mineras de Almadén. Tamañas afirmaciones no podían pasar desapercibidas a los cervantistas y el 1 de mayo de dicho año Cavanillas mantuvo una entrevista en Madrid con Luis Astrana Marín, presidente de la Sociedad Cervantina: “Ambas personalidades en esta materia no estuvieron de acuerdo, ya que el Sr. Astrana Marín persiste en que la Ínsula Barataria está en Zaragoza y el Sr. Cavanillas Ávila en Almadén”.


En 1958, Cavanillas publicó su libro La medicina en el Quijote, pues la historia del ingenioso hidalgo sigue todas las reglas del arte de la medicina de la época. Mucho más controvertido fue su segundo libro, publicado en 1959 y titulado Faciendo la Vía del Calatraveño, en el que mantenía la teoría de que la ínsula Barataria era Almadén y de que el camino que emprendieron Don Quijote y Sancho a Barcelona en realidad lo hicieron a Sevilla, cruzando el puerto del Calatraveño, famoso paso usado ya en la Edad Media. Cavanillas no escribió ningún libro más, pero sí diversos artículos relacionados con el tema del Quijote: La presencia de América en El Quijote, año  1960; Dulcinea en el Perú. El licenciado Don Fernando Montesinos y su cueva en El Quijote, año 1961; Don Quijote y Sancho, los primeros cosmonautas del mundo, año  1962; Gigantes y paniaguados en el Quijote, año 1962; etc.

Epílogo
Aunque sea con brevedad, no podemos dejar de citar algunos otros aspectos en los que Cavanillas volcó su inagotable energía. En primer lugar hay que destacar la gran labor que en pro del turismo de Almadén realizó a lo largo de muchos años. Ya en 1936, Cavanillas creía que Almadén, por su mina y por su historia, debía ser visitado por cuanta más gente mejor. Conocedor de que para ello era preciso mejorar las comunicaciones, abogó incluso por la construcción de un aeropuerto. Como presidente del Centro de Iniciativa y Turismo de Almadén asistió a diversos congresos de turismo y cuando ejerció de maestro, llevó de excursión a sus alumnos a Córdoba, Jaén y otros lugares para que conocieran mejor la historia de España. No es de extrañar por tanto que recibiera en 1969 la medalla de oro al Mérito Turístico, así como el primer premio nacional de Turismo Escolar.

A Cavanillas le habían otorgado anteriormente otros dos premios en la década de 1950, ya que fue nombrado cronista oficial de Almadén en 1954 y miembro de la Real Academia de Córdoba en 1957. Estudioso de la etapa en que los banqueros alemanes Fugger o Fúcares tuvieron relación con Almadén en los siglos XVI y XVII, propuso en uno de sus viajes a la capital que la travesía de Fúcar pasara a llamarse calle Almadén, a lo que el Ayuntamiento de Madrid accedió. De esta manera hay en Madrid dos calles muy próximas: la de los Fúcares y la de Almadén.

Así contaba el médico Antonio Castillo de Lucas el citado cambio de nombre de la calle: “Un día, al pasar haciendo mi visita médica domiciliaria por la madrileña travesía de Fúcar, observé un gran revuelo de gente y en la esquina de esa travesía con la calle de Fúcar vi dos maceros municipales con dalmáticas de gala de rico terciopelo rojo con el escudo heráldico de Madrid bordado en oro, que hacían guardia de honor bajo una placa tapada con la bandera española. No tardó en llegar el señor alcalde y autoridades de la Villa, que, con el elegante protocolo de la sencillez, tiró del cordón y descubrió el nuevo rótulo que había de tener esta vieja travesía: CALLE DE ALMADÉN.

Confieso que no escuché los discursos de rigor; me fijé sólo en la emoción que reflejaba el rostro de un joven con gafas que, desapercibido y mezclado entre el público, contemplaba la ceremonia. Este muchacho era Luis Cavanillas Ávila, autor de este cambio de rotulación viaria.

Días después, la coral de mineros de Almadén, dirigida por el maestro Cardeñosa, que había venido a Madrid a un concurso, desfiló una noche por la recién bautizada calle con los candiles de trabajo encendidos, cantando sus canciones de labor, de fiesta y de plegaria a la Virgen de la Mina, reubicando así la satisfacción del pueblo por tener Almadén una calle en la capital de España”.

En octubre de 1975, Luis Cavanillas se sintió mal de salud y fue internado en una clínica madrileña, donde falleció el 17 de octubre, contando solo 65 años de edad. El sepelio se celebró el sábado 18 de octubre en Almadén. El periódico Lanza le dedicó un obituario, del que extraemos algunos párrafos: “Luis Cavanillas Ávila, el hombre de las variadas profesiones a las que dedicó su actividad, era por encima de todo un gran periodista… Cavanillas supo anticiparse hace años al que ahora se llama periodismo agresivo… Descanse en paz el querido compañero y buen amigo, gran defensor de las cosas de su Mancha y de su Almadén natal…”.

Quiero terminar este breve relato sobre Cavanillas con una cita del artículo que le dedicó Mario Sánchez Hidalgo a finales de agosto de 2001: “Luis Cavanillas era, aparte de otras cosas, un estupendo escritor… Almadén y su comarca (y por lo tanto el valle de Alcudia) eran para él el inicio de las aventuras de Don Quijote; vamos, algo así como su versión de En un lugar de La Mancha… y como escribía tan bien, a los iniciados en la lectura de los periódicos nos hacía pensar y dudar (¿llevará razón este tío?)… De todas formas, lo que yo quería resaltar ahora es que elogio la fantasía, buenas maneras y mejor pluma de este hombre, quien dedicó sus escritos a dos cosas muy bonitas: a Don Quijote y a ensalzar a Almadén cuando todavía era orgullo nacional…”.

©Ángel Hernández Sobrino


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